8 jul 2013

El mapa que le dio nombre a América


Por: Vicente Echerri

Con los primeros rudimentos de Historia nos enseñaron que nuestro
continente debe su nombre al explorador italiano Américo Vespucio (Amerigo Vespucci), descubridor en los últimos años del siglo XV de grandes segmentos de la costa del Brasil actual. Que usurpara con su nombre la gloria de Colón pareció a muchos una injusticia histórica: Colombia debía llamarse el territorio que corre desde Alaska hasta la Patagonia para honra y memoria del navegante que llegó primero, y no de un oscuro personaje de segundo orden.

Sin embargo, la causa directa de esta reputación no obedece a la gestión personal de Vespucio sino, en primer lugar, a una carta que se le atribuye y que empezaría a circular en 1503 con el nombre de Mundus novus para no tardar en adquirir la notoriedad de un moderno bestseller; y luego, sustentando esta carta, un mapamundi impreso en un rincón de Alemania donde aparece claramente escrito el nombre "America" sobre el vasto territorio que los portugueses habían empezado a explorar en el Atlántico Sur.

La carta de Vespucio, que para 1506 había alcanzado la cifra de 23 ediciones diferentes, y que hoy se tiene por un fraude, consiguió en su momento eclipsar la gloria de Colón (que acaso era su único propósito). 

Cuesta trabajo pensar que Vespucio fuera del todo ajeno a esta suerte de "campaña mediática" que lo hizo célebre, pero todo parece indicar que el texto no salió de su pluma, sino de un anónimo escritor de Florencia que amplió, adornó y magnificó dos cartas auténticas que el navegante le había enviado a su patrón, Lorenzo di Pierfrancesco de’Medici, en esa ciudad. 

Américo Vespucio ciertamente había participado en expediciones exploratorias. En 1599 bajo la bandera de España acompañó a Alonso de Ojeda en el viaje que éste emprendió para proseguir los descubrimientos de Colón en el golfo de Paria. En ese viaje la expedición de cuatro barcos se dividió en dos a la altura de la Guayana y Vespucio quedó al frente de los dos barcos que navegarían con rumbo sur, posiblemente hasta la desembocadura del Amazonas. Dos años más tarde, el florentino volvería a participar en una exploración semejante, esta vez bajo la bandera de Portugal.  

Sin embargo es falso su presunto viaje de 1597, que le atribuye la famosa carta (para hacerlo preceder a Colón en el sur del Caribe), así como muchas de las minuciosas descripciones que hace de habitantes y tierras; como también que él considerara haber llegado a un mundo enteramente nuevo. Al igual que el Descubridor, Vespucio creía en esos primeros años del siglo XVI que las inmensas tierras que parecían prolongarse indefinidamente hacia la Antártida eran parte de Asia.

Por esa época, un puñado de humanistas había fundado en la pequeña ciudad de San Dié, en el macizo de Los Vosgos y bajo el patrocinio del duque René II de Lorena (entonces un principado alemán) una especie de cenáculo con el nombre de Gymnasium Vosagense. Se destacaba en este grupo Matthias Ringmann, joven escritor versado en los clásicos, y el cartógrafo Martin Waldseemüller. 

Entusiasmados por la carta de Vespucio (que tradujeron al latín) y por la copia de un mapa portugués que el duque René había conseguido y que traía las nuevas tierras descubiertas en el hemisferio sur, el equipo se dio a la tarea de hacer un mapamundi (que al desplegarse tenía 8 pies de largo por 4,5 de alto) y un breve ensayo para presentarlo. La obra con el nombre de Cosmographie Introductio saldría a la luz el 24 de abril de 1507. El autor del ensayo, casi seguramente Ringmann, escribió en el texto: "…Y puesto que Europa y Asia recibieron nombres de mujeres, no veo el por qué alguien deba impedir que esta [nueva parte] sea llamada Amerigen —la tierra de Amerigo— o América, por su descubridor…". Y esta sería el acta bautismal de todo un continente.
El mapa de Waldseemüller. (Wikimedia Commons)


El erudito Toby Lester, autor de un libro sobre el tema (The Fourth Part of the World) especula con la posibilidad de que Ringmann, además de la razón expresa de honrar a Américo Vespucio, tuviera en cuenta otros criterios etimológicos a la hora de ponerle nombre al Nuevo Mundo; acaso porque Amerigen también puede ser la combinación de dos palabras griegas: Ameros (nuevo) y gen (nacido) y esto daría lugar a "recién nacido", nombre apropiado para un mundo nuevo; o de A-meri-gen, que podría leerse como "tierra no situada o localizada", no menos propio para referirse a un territorio de tan imprecisa geografía.

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